4 dic 2013

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA FITOMEDICINA EN LATINOAMÉRICA - PARTE II

El chamanismo en los grupos poblacionales de la Argentina y los países limítrofes: 

 

Dentro del ámbito correspondiente al actual territorio argentino, hay evidencias de prácticas chamánicas en lo indios guaraníes, matacos, charrúas, diaguitas-calchaquíes, lules, makás, vilelas, guaikurúes (tobas, mocovíes, y abipones), caingang, puelches, onas y yaghanes. 
 También es importante destacar la influencia directa de los incas en el noroeste argentino. Hacia 1480, cuando éstos llegan a la región, establecen una serie de pactos y alianzas con los nativos de la zona de Tucma, ubicada al sur de la actual provincia del Tucumán, a efectos de establecer una ruta cultural conocida como "el camino del inca". Por ello no es casualidad que los españoles encontraron en ese territorio los núcleos poblacionales más desarrollados, en clara alusión a la influencia incaica. Sin embargo, el aniquilamiento de la cultura incaica en manos españolas, interrumpió esta vía cultural. Al quedar aislado por su lejanía del epicentro peruano, la población nativa del noroeste argentino pudo desarrollar sistemas autóctonos de diagnóstico y tratamiento de enfermedades. 
 De esta manera, los grupos nativos del noroeste argentino adoptaron i
nterpretaciones diagnósticas tales como la concepción del cuerpo extraño, la teoría de emanación o efluvios, la pérdida del ánimo, la ruptura de tabúes, el mal de ojo, etc.

 Dentro de la concepción del "cuerpo extraño", forman parte elementos diversos tales como, piedras, troncos, rayos, huesos, etc. En su génesis intervendría la voluntad de alguien que quiere proferir un daño a su semejante. Únicamente el chamán podrá contrarrestar este conjuro. La "teoría de a emanación" se refiere a diversos efluvios, en general vientos que ronronean los cerros al anochecer, y que son responsables de desgracias. Es común en los nativos indicar que no acudan a determinados sitios ya que allí hay "mal aire". 
 En lo que respecta a la teoría de "pérdida del ánimo", la misma está referida al deterioro de la fuerza vital del individuo, determinada por "susto", "embrujamiento", "mal despertar", etc. 
  De esta manera las fuertes impresiones harían salir el alma del cuerpo (desánimo). Por lo general, son los niños quienes más frecuentemente padecen de "susto"  el cual se caracteriza por crisis de llanto, astenia general, náuseas, vómitos o diarreas, rechazo a la leche, cefalea, hundimiento del apéndice xifoides (lo que denominan "caída de la paletilla"), etc. 
 En cuanto al "mal de ojo", se trataría de una concepción de origen oriental, aprendida por los españoles de los árabes y adaptada al folklore local. Es importante señalar que esta misma concepción de enfermedad existe también en nativos pertenecientes a zonas tan lejanas como Asia, África y Europa. Se trata de un padecimiento sufrido en su mayoría por niños, determinado por la mirada penetrante de una persona. Se observa en las criaturas atacadas una abertura  o persistencia de las fontanelas, llanto y rigidez de nuca, lo cual lo hace confundible con un cuadro meníngeo. La curación es a través de untar la frente del cuchillo con aceite y agua haciendo la señal de la cruz y rezar el credo durante tres días. 
Para reforzar la curación se atan elementos de color rojo, ya sean pulseras, vinchas o gorros sobre la frente del afectado. 
 Llama la atención que el color rojo está asociado a la idea de curación por parte de muchas culturas. Los chinos dicen  "espantar los espíritus con ese color". Los japoneses lo utilizaban para curar la viruela. Los médicos de la corte inglesa habían curado al hijo del rey Eduardo con envolturas de color rojo. En el Hospital de Charité de París se colocaban gorros rojos a quienes padecían de insomnio. En las campiñas francesas, las madres solían atar cintas rojas en los cuellos de sus niños, para evitar las enfermedades de garganta. En los nativos argentinos, el rojo es una constante en la confección de ponchos, mantas o en la elaboración de cerámicas. Lo utilizan además, para tratar cefaleas, colocando un gorro de ese color sobre la cabeza del enfermo. Por ello no llama la atención que se elijan cintas rojas en aquellos que están realizando campañas de lucha contra el sida. 

 La antigüedad del hombre en el noroeste argentino se estima en 30 mil años, lo cual se basa en restos de fogones y utensilios de piedra que datan de esa fecha. Hacia mediados del siglo XVI se calcula que la población de esta región orillaba los 215 mil habitantes. De acuerdo con el noroeste argentino, varios grupos: apatamas, omaguacas, ocloyas, diaguitas-calchaquíes, huarpes, lules y tonocotés.
 Sin lugar a dudas, la población diaguita-calchaquí, fue la que mayor evolución tuvo respecto a cualquier otro grupo nativo. Habitaron las provincias de Jujuy (sur), Salta (centro), mitad de San Juan, mitad oeste de Tucumán, Catamarca y La Rioja. Poseían gran estatura, se alimentaban de maíz, porotos, zapallos y frutas silvestres. De la llama, el guanaco y la vicuña obtenían carne, cuero y lana. Dentro de las prácticas chamánicas que profesaban, era importante la imposición de manos. A tal fin posaban sus manos sobre las zonas enfermas y hacían la señal de la cruz (adoptado de las prácticas europeas) para poder expulsar los espíritus responsables del mal. 
 Practicaron la antropofagia como metodología ritual: la víctima al ser ingerida transfería sus virtudes dentro del cuerpo. También practicaban la opoterapia, que consistía en la ingesta de vísceras animales que reforzaban, dentro de su creencia, los órganos que estaban funcionando mal dentro de sus cuerpos. Por ejemplo, comían el riñón del guanaco si existía un trastorno urinario. 
 Para tratar el reumatismo preconizaron el uso de la ortiga junto al de las hormigas a efectos de obtener una urticación en la zona dolorida que mitigara el dolor. En cuanto a otras prácticas, existía el ceremonial del rejuvenecimiento para lo cual colocaban objetos pertenecientes a la persona que se quería rejuvenecer junto al tronco de una planta. De esta manera la suerte de la planta quedaba ligada a la suerte de la persona. 
 Sin embargo, no todo era superstición y simbolismo en los indios sudamericanos. La observación y el método intuitivo se conjugaban al momento de elegir el tratamiento adecuado. El mismo Hernán Cortés, en el año 1522, solicita a la corte de España que no envíen más médicos al nuevo mundo, ya que con los naturales del lugar era suficiente (luego de haber sido curado de una infección por los médicos aztecas). 
 Lo mismo ocurrió con Pedro de Mendoza, quien padecía sífilis y fue tratado por el cacique Boiapén quien le indicó infusiones con flores corteza de zarzamora (a diferencia del simple "cambio de aire" que le habían recomendado los médicos españoles). Cabe también destacar lo acontecido con la llegada del conquistador Diego Rojas al territorio del noroeste argentino. En esa oportunidad es recibido por el curandero Canamico quien acude al encuentro llevado en andas por dos nativos ya que le habían amputado una pierna hace tiempo, lo cual evidencia los conocimientos de cirugía que estos indios poseían. 

 Con el correr del tiempo las relaciones entre españoles e indígenas se deterioró y se generaron algunas batallas territoriales. En una de ellas es herido con una flecha en el muslo Diego Rojas. La herida era leve, al punto que Rojas decide no recibir curaciones. Con el correr de los días, el conquistador comienza a sentir fuertes dolores generalizados, fiebre, decaimiento general y un cuadro neurológico que termina acabando con su vida. De esta manera se dieron cuenta los españoles que la flecha estaba envenenada y no conocían cual era la sustancia empleada. 
 Con las sucesivas batallas que acontecieron, cada vez eran más los españoles que sucumbían bajo el poderoso veneno de las flechas, al punto de cundir el pánico entre los propios soldados. A sabiendas de la situación, los caciques dan órdenes a sus dirigidos de dejarse matar antes que revelar cual era el veneno. Fue así que la posición española se debilitó en el lugar y antes de abandonarlo decidieron tejer un ardid. Lograron obtener una flecha sin veneno y se la clavaron a un indio que estaba prisionero. 
 Esa misma noche,  en un "descuido" permitieron que el nativo pudiera escapar. Sigilosamente fue perseguido sin que aquel se diera cuenta. Al llegar a la vera de un río, observaron que el indio recogía un puñado de hierbas que machacaba para obtener el zumo del cual procedió ingerir raudamente a la vez que colocó unas cuantas sobre el lugar donde le habían clavado la flecha. De esta manera, los españoles encontraron el famoso antídoto: la planta era la contrayerba (Dorstenia brasiliensis L.) y por fortuna para ellos pudieron triunfar en las siguientes batallas. 

 Los grupos nativos del noroeste argentino creían en que los hechos más importantes que hacen a la vida humana (nacimiento, iniciación sexual, muerte, etc.) debían estar vinculados con fuerzas provenientes de la naturaleza y a fuerzas celestiales que regirían el mundo de la salud y la enfermedad. De aquí que surgieran los cultos a la Pachamama, una deidad aymará femenina que representa a la "madre tierra" ya que de ella dependerán las cosechas y la provisión de plantas medicinales.Por tal motivos son comunes las ofrendas, basadas en alimentos, hierbas, fetos o sangre de guanaco (lo que se conoce como corpachada o alimento para la tierra), en especies de templetes fabricados con montículos de piedra, denominados apachetas. 
 Otras deidades importantes desde el punto de vista ritual eran Yastay y Coquena, dioses protectores de las aves y animales terrestres como el guanaco, llama o vicuñas. Pujllay es el dios del carnaval, del cual depende la alegría de esas fiestas. Al terminar las celebraciones, se arrojan frutas a su tumba para rogar que el año sea propicio. El Zapam-Zucum es una deidad protectora de los niños, a los cuales protege en caso de extravíos o ataques de animales. 
 Respecto a otros grupos nativos, un hecho que llama la atención pertenece al legado de la cultura guaraní, entre los que se encuentran tobas, movovíes, abipones, pilajaes, matacos, y charrúas. Tuvieron una cultura de tipo neolítico, cosechaban mandioca, zapallo, batata y maíz. Los guaikurúes por ejemplo, comían langostas y eran grandes consumidores de miel. Conservaban los productos de la pesca a través del ahumado. De familia monogámica, aunque los jefes eran polígamos, creían en un ser supremo creador del mundo al cual adoraban. 
 Los matacos comprendían una familia lingüística integrada además por mataguayos, cholotes y churupíes que ocupaban gran parte del Chaco actual. Creían en un ser supremo y en es`´iritus derivados de los fenómenos climáticos: lluvia, crecientes, etc. Se pintaban sobretodo de pigmentos extraídos de la planta del urucum (Bixa orellana) tanto para sus ceremonias como para protegerse de los insectos. Practicaban la antropofagia con sentido ritual (lo que los diferencia de los caníbales). 
 Comían sus alimentos bien cocidos y prescindían de las frutas demasiado verdes o demasiado maduras. No bebían mientras comían y se aseaban antes de cada comida. En las horas libres degustaban de la yerba mate y el guaraná. A los enfermos les daban agua como único alimento. Eran vegetarianos, y sólo comían carne proveniente de pescados. 
 Sin embargo,  existían modalidades "tramposas" en el arte de curar de algunos chamanes guaraníes. Varias citas señalan como una de las modalidades de curación el hecho de succionar la sangre del enfermo sobre la parte dolorida y, luego de unos cuantos minutos, escupía algún gusano o piedra que previamente había sabido esconder en su boca. El acto seguía con la abstinencia o ayuno a determinadas comidas, lo cual era obligatorio también para sus parientes más cercanos. En caso de morir el paciente, la culpa se achacaba en este incumplimiento. 
 Pero los principios cabales de este pueblo se pueden resumir en siete conceptos básicos, tal como relató el Dr. Moisés Santiago Bertoni, antropólogo suizo que residió hasta su muerte en Paraguay y que dedicó su vida al estudio de las poblaciones indígenas y selváticas de ese país: 
1) Existencia de un Dios Supremo único (como la doctrina cristiana). 

2) Dios es un puro espíritu siempre invisible (tal como figura en escritos egipcios).

3) Dios es la causa de todo, tanto lo malo como lo bueno.

4) Hay semidioses que carecen del poder creador, pero tienen poder sobrenatural.

5) El alma es inmortal (doctrina cristiana). 

6) El espíritu de los difuntos permanece por un tiempo en su anterior morada, durante la cual tiene las mismas necesidades que en esta vida, manteniendo gran poder sobre los vivos (doctrina egipcia). 

7) Cada ser viviente está bajo el amparo de un genio protector especial (doctrinas china y etrusca). 


 Entre las plantas medicinales más empleadas por los guaraníes figuran el ambay, canelo, palopichi, romaza, etc. Consecuentes con la práctica del chamanismo, los indios maká (habitantes de la región antigua del Chaco y Paraguay), han dado aportes al conocimiento del uso práctico de algunas plantas medicinales. Ejemplos lo constituyen el maytenus, la cassia, la begonia, etc.

 También utilizaron elementos de origen animal: el pene triturado de los monos coatíes mezclado con agua o colocado junto a la yerba mate como afrodisiacos; los huevos de la serpiente ampullaria contra quemaduras; los cuernos pulverizados de los venados mezclados con agua, serían útiles para la expulsión de la placenta en las parturientas, etc. Otra cultura indígena que dio muestras de su conocimiento de las plantas medicinales es la mapuche, en territorio argentino. Utilizaron en su gran mayoría plantas provenientes de la cordillera de los Andes, ya sea en forma de infusiones, cataplasmas o preparados florales. Previo al uso de algún preparado, realizaban un ritual para alejar para alejar a los malos espíritus en base a un arbusto de fuerte olor llamado quelenlahuen. 
 Dentro del arsenal fitoterápico que empleaban figuran plantas como la ortiga (en padecimientos de tipo digestivo y trastornos catarrales), el diente de león (como depurativo general), y el llantén menor (como tonificante general, en especial para los niños). Estas plantas solían mezclarse con agua de manantial y piedras montaña (a las que denominaban lahuenca y hueñatu, respectivamente). 
 Respecto a los indios onas de Tierra del Fuego (en 1995 falleció el último sobreviviente) podemos decir que conocían muchas especies vegetales aunque utilizaban pocas, la mayoría dentro del rubro alimenticio. Los hongos, en especial los del género Cyttaria, constituían una importante fuente nutricia. Según sus creencias, alegaban que el consumo masivo de hongos podía deformarles el cuerpo. La carne y el cuero de guanaco eran la base de su alimentación, vestimenta y vivienda, por lo cual se destacaban en la caza del mismo. Su lengua era el shelknam chá (n) cuyo significado era shelknam = ona y chá (n) = palabra.
  Entre las pocas plantas medicinales que utilizaban figuran la Drymis winteri (caspa), Calvatia lilacina (catarros bronquiales), Ribes magellanica (dolores estomacales), Acaena ovalifolia (cicatrización de heridas), Myzodendron punctulatum (dolores musculares), etc. 
 Fuera del territorio argentino, una etnia que se destacó por sus conocimientos herbarios es la Kallawaya de Bolivia, quienes mucho antes de la llegada de los españoles ya ejercían la medicina. Con el nombre de Kallawayas se ha designado históricamente a todo aquel nativo boliviano dedicado al arte de curar. Se les llama también kamilis, jampiris o simplemente doctores viajeros. La palabra Kallawaya proviene de los fonemas aymarás: Kolla = medicamento, y Waya = llevar al hombro; dando lugar así a la particular manera de cargar sus medicinas. 
 Utilizaban no sólo la farmacopea vegetal, sino la mineral y animal. Sólo los hombres estaban iniciados en esta práctica, y trasmitían sus conocimientos de generación en generación. Una vez que el iniciado había heredado los conocimientos paternos, debía rendir examen ante el consejo de su pueblo, quienes finalmente lo admitían o no. La superstición, la magia, o los malos espíritus participaban del mecanismo etiológico de la enfermedad. 
 Según el historiador Enrique Oblitas Poblete, cuando los Incas conquistan el territorio de Kolasuyo (abundante en hierbas medicinales) encontraron a estos hombres expertos en medicina, astrología, magia, etc. Sin dudarlo, los llevaron a Cuzco  para que se ocuparan de tratar a la casta noble. También aprendieron el uso anestésico de la hoja de coca la cual era utilizada en forma de aceite esencial por los Incas en las trepanaciones craneales. De aquí se infiere que los principales conocimientos medicinales incaicos provienen de la intrusión de esta cultura. 
 Existen muchas referencias históricas en las que se admite que los Kallawayas hacían uso de antibióticos varios siglos antes de su descubrimiento, el cual obtenían del fermento del plátano verde o del maíz y lo usaban como pomada o ungüento en heridas e infecciones cutáneas. Fueron los Kallawayas quienes enseñaron a los españoles el uso de la quina, genciana, ipecacuana, el  bálsamo de Perú y el aceite de copaiba, entre otros. El territorio donde se proveían de sus remedios era vasto: el altiplano, Kolasuyo, la cordillera, Yungas, valles de Charazani, Sucre, Cochabamba y regiones tropicales selváticas. 
 Para quienes estén interesados en conocer algo más de la cultura Kallawaya, Bolivia ha creado el Museo Kallawaya en el nacimiento del Lago Titicaca, frente al hotel Inca Utama. Allí tiene su consultorio un famoso médico Kallawaya, quien a pedido del paciente, orientará en el área de salud y futurología, mediante la utilización de hojas de coca y oraciones en idiomas aymará y quechua.
 

25 nov 2013

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA FITOMEDICINA EN LATINOAMÉRICA - PARTE I

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA FITOMEDICINA EN LATINOAMÉRICA

 

 El desarrollo de la fitoterapia en el centro y sur de nuestro continente está muy relacionada con la actividad desarrollada en las distintas etnias por las figuras de chamanes y curadores. Si hacemos un correlato cronológico, es menester mencionar que de acuerdo con los vestigios esqueléticos y fósiles hallados en América, se calcula la llegada del homo sapiens a estas latitudes se remonta a unos 20 mil o 30 mil años de antigüedad. La teoría migratoria a través del estrecho de Behring por parte de nómades asiáticos es la más sostenida hasta el momento, los cuales realizaron un primer asentamiento en las praderas norteamericanas dando origen a la cultura Sandia considerada la más antigua de América. 
 Supuestamente, cada una de las razas emigrantes empujaría a las anteriores, originándose de ese modo la dispersión hacia el sur, pasando por México, Centroamérica y el istmo de Panamá. A la altura de Colombia se habrían bifurcado,  y unas tribus continuaron por la región andina hacia el cono sur, y otras por la llanura del Orinoco rumbo al actúa Brasil. 

 En la República Argentina, se consideran representantes de estas corrientes inmigratorias a los Huárpidos y los Patagónicos, con una antigüedad cercana a los 10 mil años. 
 La última corriente migratoria correspondió a la era neolítica, con navegantes provenientes de Asia que ocuparon las zonas de Melanesia, Indonesia, Polinesia e Isla de Pascua. Restos de estas culturas fueron hallados en Panamá y Colombia, puntos donde al parecer se mezclaron con poblaciones ya existentes, tomando así diferentes rumbos hacia el norte o el sur y conformando nuevas tribus que se conocieron con los nombres de Arauac, Caribes y Tupí-guaraní. Estos últimos ocuparon las regiones norte y litoral de Argentina. 
De las primitivas inmigraciones asiáticas fueron surgiendo importantes focos de civilización los que practicaron  un arte muy similar al de Egipto o la India y una y una ciencia muy evolucionada capaz de trepanar cráneos o imaginar el cero como símbolo de la nada. Se trataba de civilizaciones de tipo esclavista que, a medida que iban anexando pueblos, fueron imponiendo sus costumbres y creencias. Entre éstas existía la plena convicción de relacionar la enfermedad con espíritus rituales esotéricos.
 Llama la atención que existe plena coincidencia del concepto mágico-religioso de la salud y la enfermedad entre todos los pueblos primitivos, aun aquellos que por su lejanía jamás estuvieron conectados entre sí. Existía en todos ellos la creencia de un poder sobrenatural muy diferente al de toda fuerza material conocida. A esa extraña fuerza se la conoció con el nombre de maná. 
 En la religión melanesia se tiene la creencia de que existe en el mundo un poder sobrenatural que pertenece al mundo de lo invisible., y su culto es la puesta en práctica de los medios que pueden hacer obrar  ese poder en su beneficio. Sería el hechicero quien está virtualmente "cargado de maná" y obra en consecuencia. Por lo general los hechiceros incorporan la palabra maná a su nombre. De ahí tenemos nombres como Peimaná, Gismaná, etc. 
 En África, el maná se conoce como hashina, en América del Norte (territorio Sioux) se le dio el nombre de wakan y en Australia churinga. De la creencia del maná, tanto en India como en extremo Oriente se llega a la idea de Dios. Para el sociólogo A. Van Genep, la creencia del maná está íntimamente ligado al concepto moderno de energía. Nos refiere el autor:
 "El hombre primitivo piensa que hay una fuerza misteriosa oculta que está en todas partes, que penetra todo, que hace germinar las plantas, que las hace madurar y cargarse de frutos, que hace desarrollar embriones animales, que rige los movimientos del sol y hace crecer a los niños. Esa extraña fuerza es el maná."
 
A medida que el hombre fue evolucionando, comienza a interpretar sus sueños como mensajes divinos o a entrar en estados de "trance" luego de conocer las primeras plantas alucinógenas. Es así que nuestros primitivos habitantes americanos heredaron el chamanismo, costumbre muy adentrada en los pueblos de Siberia y Asia Central. Estos curadores existen aún en nuestros días y conservan muchos rituales milenarios; para los etnólogos es de sumo interés conocer su arte y sus costumbres.

 La palabra chamán deriva del vocablo tungusu-manchuriano "saman" que significa: conocer. Precisamente, su arte del conocimiento (referido a clarividencia; precognición y conocimiento de las hierbas y animales) los distinguía del resto. Los antecedentes del chamanismo datan de por lo menos 20 mil años de antigüedad, y se evidencian a través de hallazgos arqueológicos como los efectuados en Polinesia, Japón, China Septentrional, Sudamérica, Centroamérica, África, Australia y Pacífico Sur. 
 Para el Chamán, toda dolencia se origina en una amplia variedad de causas; la violación de un tabú, la enemistad de un dios, la posesión del paciente por fuerzas hostiles, etc. Es por ello que el chamán debe investigar la causa que aqueja al paciente, y en tal sentido realiza sus "viajes" en estados de trance o alucinatorios que permita encontrar al espíritu que guíe o intermedie la curación.

 En general el acto chamánico se realiza de noche, junto a un río, cueva o en la cima de una montaña. El enfermo es parte del acto, al igual que algunos integrantes de la tribu que acompañarán con sus danzas y bailes el acto de curación.  El fuego y la luna dan la luz necesaria  y son parte ineludible del escenario montado. El chamán suele disfrazarse con vestidos muy llamativos y de vivos colores, sus inseparables acompañantes con un espejo, un tambor y en ocasiones un sonajero. 
 Para la psicología el hecho de que el chamán acepte tratar al enfermo, sumado al aura de omnipotencia que transmite su presencia, ya crea en éste la expectativa de la curación. El paciente ya no se siente solo en la lucha contra los poderes maléficos que la han invadido. El rito chamánico finaliza por lo general, con un plan terapéutico: masajes, hierbas, prescripciones dietéticas o ayunos y amuletos que debería llevar el paciente durante el período de curación: un collar de cuentas, una imagen en madera o arcilla o una cuerda anudada. 

El chamán era el producto de la "elección de los dioses". También podía heredar de un ancestro esas facultades o haber recibido señales "divinas" desde el cielo (rayos por ejemplo). Sin embargo debía reunir ciertas pautas que lo hiciera distinto al resto. Por ejemplo, quienes habían sufrido algún trastorno mental importante (epilépticos, esquizofrénicos, etc.) podían llegar a ser chamanes. Aunque en general eran hombres, las mujeres también podían ser elegidas. Entre los araucanos, tenían preponderancia los homosexuales pasivos, quienes incluso se vestían de mujer en las ceremonias. Con el tiempo, fueron reemplazados por las mujeres, a las que se conoce con el nombre de "machi". 
 Respecto a la  personalidad del chamán nos dice Armando Pérez de Nucci: "...generalmente es vivaz, despierto, intuitivo y ágil para ubicarse rapidamente en la situación psicológica del enfermo; y con pocas preguntas llega a hacer un diagnóstico, aprovechando el perfil de quien ha concurrido a su consulta". 
 Por supuesto no podían estar ausentes elementos de la naturaleza a los que consideraban sagrados, por ejemplo piedras o el caso del árbol de canelo. Las piedras siempre estuvieron asociadas con el poder divino, ya que forman parte del contexto natural en el cual vive el hombre. De ahí que los altares siempre estaban puestos encima de piedras. 
Los elegidos aprendían durante años al lado de su maestro tanto las técnicas mágicas, como los procedimientos quirúrgicos y la utilización de las plantas medicinales. El ámbito de aprendizaje era por lo general nocturno, ya que era el ideal para lograr concentración, quietud y contacto con otras almas. De ahí que muchos actos curativos fuesen realizados de noche. 
 El concepto de magia debe entenderse dentro del contexto de la relación del hombre (microcosmos) con el universo (macrocosmos), definiéndose como la capacidad para trabajar con las fuerzas del universo y producir los efectos deseados a voluntad mediante hechizos, encantamientos o ciertos rituales. Respecto a este punto, señalaba Freud que la eficacia de la magia partía del supuesto de la superioridad de los hechiceros, de su convicción del conocimiento que tenían y de su confianza ilimitada en el poder suprahumano del cual estaban poseídos. La omnipotencia era constituyente permanente asimilable a una neurosis compulsiva o una paranoia. 
   Como ingredientes del arte chamánico figuran los denominados fetiches, especie de estatuillas o esculturas que acompañaban el ritual de curación. La palabra fetiche proviene del francés fétiche y ésta del latín facticius, cuyo significado es encanto o sortilegio. En realidad, el fetiche debería sus "dotes mágicas o curadoras" a las fuerzas que lo habitan y que provendrían de la naturaleza, siendo el chamán el conductor de esas fuerzas. 
 Al respecto dice Javier Lentini "... todos estos objetos transmiten un sentido de dominio o de comunión con acontecimientos imprevisibles y poderes invisibles y misteriosos. Imponen significados y valores humanos a un mundo diferente, un mundo que por sí mismo carece de significados o valores asequibles a la inteligencia humana". 
 Para los historiadores Magrasi y Radovich, uno de los hechos más importantes en el éxito de estos curanderos se basa en el mantenimiento de una relación personalizada con el paciente, además de la identidad social y lingüística que los une y por la adopción de una actitud paternalista y solidaria. 
En una misma línea de pensamiento refiere Margaret Loock "...cuando a un médico occidental se le pregunta acerca de las causas de las enfermedades, hablará sobre las bacterias o los desórdenes fisiológicos; un chamán, en cambio, probablemente mencionará la competencia, los celos, la avaricia, las brujas, los maleficios, los malos actos de un miembro de la familia del paciente o algún otro aspecto en el cual el paciente o sus parientes hayan fallado en mantener el orden moral...".
 Al respecto, decía el ex director adjunto de la Organización Mundial de la Salud T. Lambó: "... los médicos brujos o curanderos tradicionales no son menos útiles que los psiquiatras y psicoterapeutas de los países occidentales. A pesar de la civilización tecnológica, los hombres necesitan participar en ritos, cualesquiera sea el culto al que pertenecen". 
 Yendo aún más lejos, el famoso Dr. Albert Schweitzer decía: "... los éxitos profesionales de los curanderos son tan importantes como el del resto de los médicos..." a lo cual agregó: "...cada paciente lleva dentro de sí a su propio médico quien con su sabiduría viene a salvarnos. Todos debemos dar una oportunidad al médico que se haya en nuestro interior...". 
  Cada pueblo indígena tenía su propia explicación del concepto de enfermedad. Por ejemplo los mayas creían que todas las enfermedades se debían a la combinación de dos factores: la provocación de un hechizo y su llegada al enfermo a través de los vientos (en una clara interpretación de la unión entre el componente mágico y la naturaleza). 

 El curandero maya era conocido como ah man. Cuando visitaba un enfermo llevaba consigo un atado de fetiches, entre los que destacaba el dios Ixchel, y lo colocaba junto a la cabecera del enfermo. En el atado además llevaba una quijada de tapir, trozos de cola de manatí y hierbas medicinales. Su ceremonial continuaba con esparcir incienso en la habitación y por último sacaba de su atado una serie de piedras que arrojaba al suelo, y de acuerdo con la disposición en que caían, sabría la suerte que correría el paciente. Obsérvese que este ritual es muy similar al de otras culturas tan distantes como la de los zulúes africanos. 
 Cuando ocurre la llegada de los españoles, los mayas creían aconsejable sacrificar a algunas jóvenes, para que sus dioses expulsaran al hombre blanco. Para ello, la víctima era arrojada a un cenote (especie de río subterráneo en la abertura de una montaña donde antiguamente se proveían de agua y en torno al cual erigían sus ciudades).

 En cambio para los aztecas, la enfermedad era provocada por "alguien" más que por "algo". Ese "alguien" era una persona que buscaba el mal del paciente y la enfermedad aparecía por la supuesta "introducción" de una piedra o un dardo dentro del cuerpo del enfermo sin que éste se diera cuenta (la teoría del "cuerpo extraño" común a casi todas las etnias nativas). 

 A tal fin, debía el curandero (denominado tícitl) "sacar" la piedra del cuerpo, lo cual se realizaba a través de masajes y oraciones. Una vez hallada la piedra, suministraba la medicina sacada de una bolsa llena de plantas medicinales. Llevaba consigo hojas con dibujos de las mismas (una especie de vademécum). La planta elegida era desmenuzada en polvo y soplada hacia la nariz del enfermo que debía inhalar en ese momento. En otras ocasiones era dada en infusión. 
  Creían que el viento traía la fiebre, la noche la ceguera y la lluvia las llagas o úlceras en los pies. Para los aztecas,la muerte era algo antisocial, negativo para el clan familiar. Temían que el alma del difunto pasara a formar parte de las fuerzas ocultas o poder invisible asociado al mal. Antes de morir, el enfermo debía confesar sus males o pecados: para ello el curandero soplaba humo de tabaco sobre la cara del paciente. En caso de confesar (por ejemplo si en vida no había honrado a los dioses) su alma se salvaría. 

 En las ciudades aztecas eran comunes los jardines botánicos, lo cual fue copiado luego por los europeos. Entre las plantas que cultivaban en estos jardines figuran el agave, jalapa, papaya, ulli, liquidámbar, etc.
 Dentro del contexto medicinal de la medicina incaica, las enfermedades eran provocadas por una fuerza oculta introducida en le organismo debido a la cólera de un dios, o por los maleficios proferidos por guerreros enemigos. Entre las plantas medicinales más usadas figuran la coca, guayabo, maíz, pinco-pinco, piñón, quina, ratania, etc. El alto grado de perfeccionamiento quirúrgico logrado por los incas se pudo apreciar a través de los restos de más de 10 mil cráneos trepanados, hallados en excavaciones arqueológicas, en muchos de los cuales se pudo constatarla supervivencia del enfermo al poder identificarse el tejido de granulación periorificial. 
 Entre los restos arqueológicos incaicos se pudieron identificar también puntas de flecha de obsidiana, las que acondicionaban para realizar la trepanación; navajas de tumi (un metal similar al bronce), escalpelos, pinzas y agujas de sutura. Otro concepto importante dentro de este concepto es el de las prohibiciones mágico-religiosas, conocida como tabú. Esta palabra de origen polinésico hace hincapié en la presencia de una fuerza mágica inherente a ciertos espíritus o personas y que es capaz de trasmitirse en todas las direcciones por medio de objetos inanimados. 
 Es común en grupos nativos del norte de la Argentina y Bolivia la tradición del "aicar", una especie de prohibición terminante a toda mujer encinta a participar en velatorios, visitar cementerios o "antigales" (restos arqueológicos donde subyacen "espíritus" de antepasados). En caso de no cumplir con este precepto, las consecuencias las padecerá el niño que lleva en su útero, el cual nacerá con deformaciones, retrasos mentales, o muerto.
 Por lo general, el niño que nace "aicado" debido a la ruptura del tabú por parte de su madre, es penetrado por un espíritu denominado sajra que inadvertidamente le introduce un hueso (teoría del cuerpo extraño) en su interior. 

29 oct 2013

Evolución histórica de la medicina - Parte VIII

LA FITOTERAPIA EN LA EDAD MODERNA

 

 Con el advenimiento de la Edad Moderna, el avance de a ciencia promovido en principio por Galileo, Bacon, Newton y posteriormente Descartes, determinó que el mejor camino para llegar a un conocimiento efectivo y a la vez riguroso de la naturaleza debía ser llevado a cabo a través del Método Científico. De esta manera surge la era de la metodología la cual se puede definir como "aquella parte de la lógica encargada de estudiar los métodos de manera sistemática y crítica, ya sea los méto
dos empleados en las ciencias como los utilizados en la filosofía".
 Quien inicia los cuestionamientos al conocimiento imperante de la época es Galileo con su teoría de que la Tierra no era el centro del universo. Galileo propone romper con el clásico planteamiento de hacer preguntas reemplazando el porqué por el como (es más importante preguntar "como" caen las cosas que "porqué" caen las cosas).
 En este período de la edad moderna, el inglés Francis Bacon (1561-1626) sentó las bases de la ciencia moderna al aplicar para ella metodologías de investigación. En tal sentido, propuso como primera medida  eliminar todo prejuicio existente al encarar una idea. En segundo término desarrollar una base de trabajo que genere el experimento, y por último, el experimento determinara la experiencia. Así llegó a la conclusión de que sólo el experimento y la experiencia firman la base para el control práctico de la naturaleza.
 Estas bases no estarían completas sin el aporte de las matemáticas, tarea llevada a cabo más tarde por Isaac Newton (1643-1727) quien supo combinar el método inductivo-empírico con el deductivo-matemático. Asimismo, no debe omitirse el aporte de René Descartes (1596-1650) considerado el padre de la filosofía moderna, que incorpora el método deductivo, que incita primero a dudar de todo para luego encontrar las soluciones verdaderas. Así llega a su famosa frase "cogito ergo sum": yo pienso, luego existo.
 Se llega así a sostener que sólo aquello que puede ser explicado con la razón es perfectamente válido. Es la era del positivismo, filosofía sustentada en la base de que sólo el razonamiento, basado en hechos y datos obtenidos en observaciones y experimentos, puede sostener el saber o conocimiento.

 La palabra método surgió de unir dos raíces griegas: meta = hacia; odos = camino; es decir camino hacia algo, esfuerzo para alcanzar un fin. De alguna manera, el método científico logra colocar como trasgresor a todo aquel que no podía explicar "científicamente"  las propiedades terapéuticas o curativas de determinada sustancia; es así que el conocimiento transgresor da lugar al nacimiento del empirismo. Sin embargo, el método científico partía del conocimiento empírico, pero trataba de darle u marco de lógica o de referencia comprobable por mecanismos ideológicos-filosóficos. Decía A. Huxley "aquellos que renuncian a ir más allá de los hechos raramente obtienen otra cosa que los hechos". 

 No obstante, y más allá de cuestiones filosofales, durante los siglos XVI y XVII y paralelamente a una caída de la autoridad eclesiástica en el mundo, muchos médicos retoman la obra de Dioscórides y comienzan a profundizar en ella. Paralelamente, surgen nuevas investigaciones que echan por tierra viejas creencias. Es el caso de William Harvey (1578-1657) quien descubre que el corazón es el órgano bombeador de sangre hacia toda la economía del cuerpo (contrariamente a lo que sostenía Galeno). Por otra parte, surgen obras de importantes investigadores como la perteneciente a William Turner en 1568, John Gerard (1597), John  Parkinson (1640) y Nicolas Culpeper (1652) en donde se describían no sólo vegetales sino preparaciones en base a animales (venenos de serpientes, cálculos biliares de vacunos, cuernos de ciervo, lombrices, etc.). 
 A principios del siglo XVII se crea en Inglaterra la Farmacopea Londinense, origen de la Farmacopea Británica actual y en 1638 en Francia, es creado el Códex Medicamentarius Gallicus. 
Ambas obras, junto a las Farmacopeas e Portugal y España, fueron referentes del saber médico en muchas otras regiones (incluido el nuevo continente) habiendo incorporado muchas hierbas medicinales, a pesar de que no se conocían muy bien sus dosis terapéuticas y sus dosis tóxicas. 
 Para evitar problemas de toxicidad o mal uso de las hierbas por parte de la gente común, William Turner y Nicholas Culpeper escribieron sus obras en inglés (y no en latín como solían hacer los científicos de la época) lo cual les trajo innumerables problemas con las autoridades del recientemente creado College of Phisicians. Entre estos médicos quien quizás más se destacó fue Nicolás Culpeper (1616-1654) quien defendió gran parte de las teorías de Paracelso además de rescatar la obra de Dioscórides, la de la medicina árabe e incorporar los conocimientos astrológicos aplicables a las plantas. 
  En el frontispicio de su obra titulada El Médico Inglés menciona no sólo el tratamiento con hierbas que crecen en Gran Bretaña, sino que aporta importantes conocimientos de fisiología e higiene. Cuando es herido sobre la Guerra Civil Inglesa contra en Commonwealth, es trasladado al hospital y observa las carencias de estos centros de atención sanitaria. Fue así que se transforma en un gran defensor de los derechos ciudadanos de acceder a la salud pública, atento a que la mayoría de la población no podía pagar una consulta médica privada. 
 A él se le debe la publicación en Norteamérica del primer herbario, hacia el año 1700. La mayoría de los médicos que conocían el uso de la plantas medicinales, comienzan a legislar leyes que castigaban a sus "competidores" no médicos, abriéndose una brecha importante entre el saber científico y el folclórico. El expendio y venta de hierbas queda bajo el riguroso manejo de boticarios o herbolarios académicos. 
 En cambio, los médicos que no utilizaban plantas medicinales insistían en el uso del mercurio, la quinina y el arsénico los cuales crearon múltiples intoxicaciones. Por ejemplo, el mercurio contribuyó a la muerte del rey Carlos II en 1685 y a la de George Washington en 1799. Era común que los pacientes afectos de sífilis recibieran altas dosis de un purgante conocido como calomel basado en su totalidad en cloruro de mercurio. El exceso de purgas y sangrías configuraron la denominada "medicina heroica" cuyo principal exponente, el Dr. Benjamín Rush (1745-1813) sostenía que para la práctica médica sólo se necesitaban dos cosas: sangrías y calomel. 
 Esto motivó a a que muchos investigadores y médicos replantearan cuál era la "medicina oficial" que debía ser implementada en la enseñanza universitaria. Uno de esos cuestionadores fue el alemán Samuel Hahnemann (1755-1843) quien creyó conveniente utilizar sustancias tóxicas en forma diluida y convenientemente dinamizada para tratar las diferentes enfermedades. 

 El sistema homeopático se basa en el principio de tratar la enfermedad con la misma sustancia que la provoca, pero a dosis diluidas (infinitesimales). Para ello, Hahnemann comenzó sus investigaciones con la quinina, siguió con el mercurio, luego el arsénico y finalmente con otro tipo de sustancias: minerales, vegetales, animales, etc., dando origen así a un revolucionario método que aún perdura en nuestros días y que se conoce con el nombre de Homeopatía (Homeo = similar; Pathos = enfermedad, es decir curar a través del similar). 
 Su libro, el Órganon, se considera la obra cumbre de la medicina del siglo XVIII y crea un nuevo concepto en el tratamiento de las enfermedades preservando los fundamentos Hipocráticos que consideran más importante al enfermo que a la enfermedad y rescatando el principio de "Primun non Nocere" (lo primero es no dañar). Posteriormente, Hahnemann fue incorporando nuevas plantas hasta llegar a un total de casi 400 hierbas, la mayoría de Europa Central, probadas en el hombre a través del método dinamizado. 

 Una de las primeras plantas reconocida científicamente por sus bondades terapeúticas fue la digital. Cuenta la historia que una paciente que sufría de hidropesía por trastornos cardíacos prueba una receta basada en una antigua receta familiar que la contenía. Al observar el excelente resultado del brebaje, decide comunicárselo a su médico de cabecera, el Dr. William Witherin quien hasta ese momento había fracasado continuamente con los tratamientos instaurados en su paciente. En vista del éxito obtenido, comienza él mismo a recomendar esta planta y en el año 1785 publica un libro titulado Account of the Foxglobe and Some of his Medical Uses, en el que relata 200 casos de hidropesía asociados a insuficiencia cardíaca. Asimismo, revela las partes de la planta que contienen mayor cantidad de principio activo, época de recolección y dosis óptima (muy cercana a la dosis tóxica). 
 El alemán Cristoph Hufeland, nacido en Turingia en 1762 y su compatriota Heinrich Lahmann, fueron grandes preconizadores de los tratamientos por métodos naturales. Este último creó en 1887 un sanatorio naturista cerca de la localidad de Dresden que alcanzó notoriedad mundial. También merece destacarse la labor del médico cirujano alemán Augusto Bier (inventor de la anestesia endovenosa y la raquitomía) quien dejó su especialidad y se abocó a la difusión de la homeopatía y de la medicina natural. Otro ejemplo lo construyó el sueco Maximilian Bircher Brenner, quien fue el primero en preconizar la importancia de la ingesta de vegetales crudos. 
 Muchos médicos europeos lentamente de comenzaron a emigrar hacia el Nuevo Mundo y poco a poco fueron adquiriendo el conocimiento de las plantas autóctonas. Así fueron incorporados al arsenal terapéutico remedios vegetales tales como la dragontea, el sasafrás, el olmo, el lino azul, la vara de oro, etc. 
 Tras la muerte de George Washington, víctima del mercurio como hemos visto, hubo una especie de rebelión médica en norteamérica contra los tratamientos ortodoxos, encabezada por Samuel Thompson (1769-1843), quienes trataron de revalorizar los tratamientos a base de vegetales. Este médico se nutrió del conocimiento indígena en gran medida y popularizó el uso de plantas como la cayena, la serpentaria y la lobelia. 

 Thompson fue el fundador de la Fisiomedicina y propuso la teoría acerca de que "todas las enfermedades se debían al frío", lo cual no suena tan descabellado si observamos que su labor se desarrolló en el territorio de Nueva Inglaterra donde los inviernos diezmaban a la población. Se calculó en 1830 que alrededor de 3 millones de personas adherían las teorías de Thompson. En 1864, sus seguidores europeos crean la National Association of Medical Herbalist, la organización oficial más antigua de Europa en cuanto a fitoterapia se refiere. 

 A principios del siglo XIX, la medicina occidental comienza a influir en Oriente, sobre todo en las prácticas chinas e hindúes. Con la llegada de los ingleses a la India, comienza a desplazarse la medicina ayurvédica de la enseñanza universitaria, considerándose a ese saber como "una práctica inferior". En cambio en China, el flujo de ideas occidentales fue menos traumático y enriquecedor para ambas partes. 
 En Europa surgen grandes defensores de la salud por métodos naturales, como Sebastian Kneipp (1821-1897) y posteriormente Johann Künzle (1857-1945). En 1864 se crea en el norte de Inglaterra el National Institute of Medical Herbalists, la primera entidad profesional de fitoterapia en el mundo. En tanto en América, el conocimiento herbario aun se centraba en la figura del hechicero o "chamán" el cual por medio de rituales que incluían danzas y "fumatas" de tabaco o peyote, les permitía entrar en trance y de esta manera "viajar espiritualmente" en busca del alma de la persona enferma a efectos de rescatarla y curarla. 
 Cabe hacer notar que el tabaco era utilizado por los nativos sólo como elemento ceremonial. Entre las sustancias que les permitía entrar en estado de trance figuran el yage, la ayahuasca, el agárico, el beleño, la belladona, bayas de espino o mandrágora (nótese la gran cantidad de sustancias o compuestos tóxicos y alcaloides que contienen las mismas).
 En 1830 había surgido un movimiento en Norteamérica basado en el empleo de las plantas medicinales, de acuerdo con las prácticas recopiladas de los indígenas, combinadas con prácticas ortodoxas, siendo su pionero el Doctor Wooster Beech (1794-1868). Este movimiento se denominó eclectismo y en la cumbre de su popularidad llegó a contar con más e 20.000 practicantes calificados en Estados Unidos. Beech supo mancomunar los avances científicos de la época con el correcto uso de las plantas medicinales, rechazando en parte las teorías de Thompson por considerarlas demasiado simplistas. 
 Lentamente fue desplazando a la medicina "oficial" al punto que se tuvo que realizar un debate en 1907 para determinar a que escuela médica debían destinarse los fondos de los filántropos que sostenían la medicina en ese entonces: Andrew Carnegie y John D. Rockefeller. Finalmente se optó por privilegiar la medicina oficial y lentamente el eclectismo fue perdiendo fuerza. 
 En el año 1906 aparece un tal Dr. Charubel quien publica un libro que hablaba sobre la curación de las enfermedad esa a través de las plantas y minerales, pero con un enfoque distinto: el mecanismo de acción terapéutico de las plantas y minerales se centraría en el plano espiritual. Indicó el uso de 39 plantas que actuaban en la esfera psíquica, aparte de 3 metales y 11 piedras preciosas. Un discípulo de él, el Dr. Rudolph Steitner amplía la obra con mayor cantidad de minerales y plantas (entre ellas el muérdago) y da origen a la denominada Medicina Antroposófica que aun hoy perdura. 
 En el siglo XIX, Un joven aprendiz de farmacia en Alemania llamado Friedrich Serturner aisla del opio una sustancia a la que se denominó: morfina. Posteriormente, en 1819 se aisla la atropina y la hioscina de la belladona; en 1820 se aisla la quinina de la corteza de la quina; en 1827 la salicilina de la ulmaria; en 1829 la emetina de la ipecacuana; y en 1860 la cocaína de las hojas de coca.
 Finalmente en 1828, Friedrich Wohler produce la síntesis de la urea a partir de una sustancia inorgánica (el cianato de amonio), dando comienzo así a una nueva etapa de la medicina, en la cual por primera vez se prescinde de la obtención de un compuesto proveniente de un vegetal. 
 Los soplos de libertad que fueron apareciendo tras la ola de independencias en los países americanos, dieron el marco apropiado para la creación de farmacopeas propias. Fue así que en 1820 se crea la primer farmacopea americana titulada: "Farmacopea de los Estados Unidos de Norteamérica". A continuación surge la de México y en América del Sur es Chile el primer país en contar con farmacopea propia, lo cual acontece en 1886. En 1898 surgen las de Argentina y Venezuela y en 1926 la de Brasil. La necesidad de crear normas para la buena preparación de remedios dio origen a la palabra farmacopea, término derivado del griego Pharmakon (droga) y poeia (hago, preparo).

23 oct 2013

Evolución Histórica de la fitomedicina - Parte VII

LA FITOTERAPIA EN LA ÉPOCA DEL RENACIMIENTO

 

 En esta época el hombre toma conciencia de los cambios acaecidos en el mundo y comienza a relevarse contra los principios propuestos por el sistema imperante, forjando así sus propias ideas. Hasta ese momento la filosofía y la religión habían caminado juntas, pero el advenimiento de nuevos descubrimientos, tales como la brújula (permitía salir con mayor certeza a la aventura oceánica), la pólvora (que puso en jaque el poder de los caballeros de la edad media) y la imprenta (permitió masificar los nuevos conocimientos) le dieron a esta etapa de la historia una dinámica diferente. 
 La llegada de la imprenta le dio gran impulso a la difusión del conocimiento herbario. Otto Brunfels (1489-1543), monje cartujo y posteriormente médico en Berna, publica el primer herbario ilustrado con plantas grabadas en madera. La tecnología le fue agregando mayor colorido a estos gráficos, y se destacan en ese sentido las obras ilustradas de Hieronymus Bock, Andrea Cesalpino y Leonard Fuchs. Sin embargo, este explosivo despliegue de libertad espiritual representaba un peligro para la fuerte cultura tradicional de los gobernantes. Los viajes de Colón a América permiten conocer una nueva flora y nuevas aplicaciones terapéuticas de las plantas. Llamativamente, los nativos de América tenían para entonces una expectativa de vida superior a la del europeo, en vista del hacinamiento de las ciudades medievales, sus cloacas abiertas y las bajas condiciones de higiene. 
 Durante estos años, figuras como Copérnico, Kepler y más tarde Galileo, dieron origen a lo que se ha dado en llamar las Ciencias Naturales, y fue éste quizás el momento en que la filosofía y la religión deciden separarse y tomar caminos propios. La iglesia como institución, no podía dar una respuesta intelectual a tantos cambios, por lo tanto no tuvo más remedio que censurar a la incipiente ciencia y restarle veracidad. 
 Surge en esta época la reforma en la Iglesia que da lugar a fanatismos religiosos por ambos lados y comienza a forjarse como institución propia y mandataria la llamada Santa Inquisición. Como fuimos observando, la atención médica de esta época dejaba bastante que desear ya que eran muy pocos los que podían acceder a ella. De esta manera fueron apareciendo los primeros curanderos quienes poseían conocimientos herbarios notables y solían ser muy populares entre aquellos pobladores carentes de recursos. 
 Lógicamente, los curanderos eran muy mal vistos por la Iglesia (la que atribuía junto a los pocos médicos reconocidos, autoridad sanitaria) comenzando de esta manera la primera "caza de brujas". Este proceso comenzó lentamente en la Edad Media y tuvo su punto culminante en la época del Renacimiento. Según los historiadores, fueron casi diez millones las víctimas sometidas a todo tipo de tormentos y quemadas vivas en hogueras. La inquisición consideraba al curandero o hechicero como fruto del demonio al osar desviar la credulidad de la gente respecto a la autoridad de la Iglesia. Decía William Perkins, famoso inquisidor inglés de entonces: "Sería mil veces mejor para el país si todos los hechiceros muriesen. La muerte sería su justo y digno fin". 
 Para el hombre común de la época, la hechicera no ni era más ni menos que una mujer sabia en cuanto al conocimiento de plantas se refiere, que sabía aconsejar bien el momento preciso y que se contaba con ella en los momentos de apremio.  Para la Iglesia era un elemento desestabilizador de su autoridad, estrechamente relacionada con creencias ateas y heréticas y solo e fuego podía purificar su alma. 
 Jules Michelet en el año 1862 encuadró a la bruja como un personaje ineludible perteneciente a la sociedad y la define como " ...una revoltosa social que protesta contra el orden deshumano y la condición inferior de la mujer". Eran acusadas de preparar ungüentos, pomadas, polvos y venenos capaces de transformar la conducta humana. Uno de los famosos ungüentos que "les permitía volar" estaba compuesto por beleño negro, belladona, cicuta y mandrágora, todas plantas consideradas sagradas durante cientos de años. 

 Para el inquisidor general español Fernando de Valdés "...habría que aplicar a las brujas un castigo proporcionado a la calidad de la imaginación o el propósito que tuvieran para apartarse de nuestra fe y atribuir al demonio la honra que a sólo a Dios debe". Uno de los tres inquisidores de Logroño, Alonso de Salazar, en su excursión por tierras vascas dio a conocer 1802 confesiones de brujería, de las que 1384 correspondían a niños entre 7 y 14 años.

Indudablemente el médico no existía en la población. Poseía una cultura diferente a la mayoría de la gente pobre y sus honorarios eran prácticamente inalcanzables. Del mismo modo, la Iglesia consideraba como "extraño" a todo aquel que tuviera conocimientos curativos sin ser médico médico o religioso. Para ella, la idea de salvación espiritual era más importante que la de curación de la enfermedad. Incluso, fueron perseguidos por médicos de origen judío a los que la Iglesia consideraba como responsables de epidemias y otras calamidades (solamente en la ciudad e Estrasburgo se mataron 2000 judíos). Asimismo los astrónomos y físicos eran mal vistos. El mismo Galileo tuvo que renunciar a la idea que había difundido acerca de que la tierra gira alrededor del sol, so pena de ser condenado a muerte. La Iglesia tardó más de tres siglos en reconocer este error.
 Al respecto, comenta Ricardo García Carcel: "... la alquimia no fue perseguida mientras se creyó en su viabilidad. Cuando en el siglo XVII la obtención de metales preciosos por procedimientos alquímicos se revela imposible, la Inquisición procesa a alquimistas como Melchor Agramunt, ya que pretendía hacer plata del azoque lo cual resulta frustrante y, como tal, prohibido por le Santo Oficio". De esta lectura se desprende que la Inquisición parecía perseguir más que los medios o fines, los resultados. Se le podría perdonar casi todo a una bruja, menos que sus "poderes" fueran falibles y, por ende, generadores de frustración. 
 En síntesis, la utilización de las plantas medicinales cae en un terreno oscuro con profundos cuestionamientos sobre todo eclesiásticos, en donde a pesar de todo se destacan honrosas excepciones como la de los médicos de las escuelas de Salerno, Florencia y el controvertido Paracelso. En 1498, la escuela de Florencia redacta el célebre Recetario Florentino, una especie de vademécum terapéutico escrito por médicos y farmacéuticos. 
 Por su parte, Aureolus Philippus Teophrastus Bombastus von Hohenheim (Paracelso, cuyo significado era "mejor que Celso, el médico romano") llegó a declarar que todo su conocimiento médico se lo debía "a la sabiduría de las brujas" ya que de Galeno o Hipócrates no había aprendido nada, en un claro reto al conocimiento medio clásico. También señaló, en contraposición a los textos médicos de entonces, que renegaba del saber por imposición y que "... un médico lo que necesita no es elocuencia ni saber de lenguas o de libros, sino un profundo conocimiento de la obra de la naturaleza (...) nuestros prados y montes son nuestra farmacia". 
 Nacido en Ensiedeln,  un cantón suizo de Schwyz (1493-1541), hijo de padre médico, fue el propulsor de la denominada Teoría de las Signaturas la cual establecía que Dios había creado plantas y frutos morfológicamente similares a los órganos en donde actuarían terapéuticamente. 
 Por ejemplo: la nuez era ideal para el cerebro, la mandrágora sería esencial para dar vitalidad al hombre (por su apariencia humana), la pulmonaria sería útil para las enfermedades del pulmón; las hojas redondas del pie de león para el cerebro por la forma "cerebrada" que tienen; las flores de color amarillo para la ictericia (como las de la celidonia o las del diente de león), los tubérculos de las orquídeas para las enfermedades testiculares (de ahí la palabra orquitis), la utricularia (planta acuática cuyas hojas tienen forma de vejiga) para las enfermedades urinarias, etc. 
 En su juventud había trabajado en minas de mercurio, por lo que propició el uso del mismo para tratar ciertas enfermedades igual que con el antimonio. Con respecto a los tóxicos, fue famosa su frase que decía "... depende sólo de la dosis que un veneno sea veneno o medicamento". Preconizó la importancia de la alquimia, ciencia que estaba muy arraigada en el mundo islámico, pero que funcionó siempre al margen de la ciencia oficial. A ella se le debe la preparación de alcoholaturas y procesos tales como la destilación, sublimación y calcinación. Asimismo intentó, en vano, la transmutación de los metales innobles en oro como así también la búsqueda de la inmortalidad. 

 En 1527, según cuenta la tradición, yacía en cama víctima de una infección en una pierna Johan Froben, un respetable erudito e impresor y amigo de gente influenciable, como el gran teólogo y humanista holandés Erasmo. Los ocho médicos que le habían visitado diagnosticaron que lo mejor para su salud era amputarle la pierna afectada.  Nada tan terrible para Froben, un hombre acostumbrado a gozar de las caminatas por las montañas aledañas a Basilea. Fue así que conocida la fama de Paracelso y su arte no convencional de tratar los enfermos, lo invitan a viajar 100 kms a caballo para visitar a Froben. 
 La primer medida que tomó Paracelso al entrevistar a su paciente, fue cambiarle la cama blanda donde yacía, por un colchón de paja sobre el suelo. Le ordenó a su cocinero personal un cambio sustancial en la dieta, a base de jugos de frutas y vegetales. Le recomendó la toma de infusiones en base a hierbas medicinales y sugirió a sus familiares que diariamente lo sacaran del cuarto donde yacía y le hicieran tomar aire fresco y sol. Invitó también a un músico para que ejecutara el laúd en aquellos momentos en que Froben se sintiera angustiado o depresivo. 
  Lentamente la pierna fue mejorando y hacia el día 13 de tratamiento Froben ya caminaba asistido por un bastón en su jardín. Admirado de su mejoría, no solo en su pierna sino en su estado general, se comunicó con su amigo Erasmo y de esta manera Paracelso fue nombrado médico de la ciudad de Basilea y profesor de Medicina en la universidad de esa ciudad. 

 Paracelso fue un gran crítico del sistema de educación médica imperante en Europa, que seguía las ideas de Galeno. En la Universidad de Basilea, un día llegó a decir ante sus colegas: "... Hay más sabiduría en mis zapatos de viajero que en todos los textos de medicina actuales". Previamente a ello, había mandado quemar todos los textos médicos de Galeno. Con el correr del tiempo y debido a sus (para entonces) tratamientos misteriosos y la agresividad con la que defendía sus ideas,  se ganó la antipatía de muchos colegas,  al punto de tener que abandonar Basilea y empezar una vida ambulante de ciudad en ciudad. 
 Creyó en la idea en la cual el hombre es un ser que está unido inseparadamente con el universo y que, en su constitución, estaría compuesto por tres sustancias: mercurio, azufre y sal. Estas tres sustancias representaban el modo de comportamiento de la materia: el mercurio era lo volátil, aquello que se transformaba en humo (elemento agua); el azufre el combustible que originaba la llama (elemento fuego); y la sal representaba la resistencia al fuego, lo que quedaba de las cenizas (elemento tierra). El ordenamiento de estas tres sustancias estaba determinado por una fuerza vital interna a la cual denominó "arqueo". 
  Como ya se señaló anteriormente, Paracelso fue un gran observador de los fenómenos naturales, al punto de señalar que "... la medicina se funda en la naturaleza; la naturaleza es la medicina y solamente en aquella deben buscarla los hombres. La naturaleza es la maestra del médico, ya que ella es más antigua que él y ella existe dentro y fuera del hombre...". 
Consideró también que dentro de cada organismo existía una fuerza curativa que podía ser aislada con los elementos de la alquimia que él proponía. Estos trabajos  provocaron una fuerte división en el mundo científico, hecho que perduró durante el siglo siguiente. Paracelso murió en 1541 a la edad de 48 años, en circunstancias misteriosas  (se piensa fue mandado a matar por una conjura médica disidente con su labor). 
 Cinco años después de la muerte de Paracelso, en 1546, el colegio de Boticarios de Zaragoza publica la "Concordia Aromatoriorum  Civitatis Cesarauguste", uno de los primeros códigos de prescripciones farmacéuticas de Europa. En 1560 surge en Amberes por primera vez la palabra Farmacopea a partir de las investigaciones de Johanes Brettschneider quien escribe la obra  "Pharmacopea in Compendium Redacta". 
 Con el descubrimiento de América,  se fueron incorporando nuevas medicinas en Europa producto del conocimiento de los aborígenes. Es así que se incorpora la quina para el tratamiento de la malaria y el mercurio en el tratamiento de la sífilis. Es en 1574 donde por primera vez se describe la planta del tabaco, en la obra de Nicolás Monardes acerca de sustancias medicamentosas de origen americano. 
 El siglo XVI está enmarcado con los conocimientos aportados en el campo de la anatomía por Andrés Vesalio quien perfeccionó y profundizó los antiguos esquemas provenientes de las disecciones realizadas en la Universidad de Bolonia en el siglo XII. Incluso corrigió los escritos de anatomía de las obras de Galeno en quien se había inspirado. Como es posible analizar, la anatomía se convirtió en la única rama de la medicina con fundamento científico; de esta manera, las artes médicas se consolidaron en el estudio de la naturaleza muerta y no de la viviente. Así, las plantas quedaron como elementos del ocultismo y carentes de todo rigor científico.

17 oct 2013

Evolución histórica de la fitomedicina - Parte VI

LA FITOTERAPIA EN LA ÉPOCA MEDIEVAL

 

 En esta época, la medicina sufrió un proceso de estancamiento ya que eran muy pocos los que podían tener acceso a las obras escritas en árabe, griego y latín. Precisamente los monjes y clérigos tuvieron un papel importante en su difusión, al punto de ser considerados como médicos. En los primitivos monasterios cristianos, los monjes tenían como legado primordial (según la regla fundacional) traducir y copiar manuscritos antiguos griegos y romanos. De esta manera se pudieron conocer hasta nuestros días, las obras clásicas de Hipócrates, Galeno o Dioscórides. En esta ardua tarea tuvieron gran importancia los monjes benedictinos quienes acopiaron valiosos coonocimiento a través del desarrollo de huertos, campos y dehesas. 

 En los monasterios aparecieron los primeros jardines de hierbas medicinales, y se destacan los monasterios de St. Gallen (Francia), construído en el año 829 y el de Schaffhausen (Alemania). Este último, con el correr de los años fue tomando gran relieve, hasta ser orientado y dirigido en el siglo XVI por Leonhard Fuchs, considerado uno de los padres de la botánica. Dentro del ámbito monacal, surgieron personalidades importantes en el manejo de las hierbas medicinales, tales como el obispo de Regensburg, Alberto Magnus; el abad del monasterio de Reichenau, Walafried Strabo y el caso de una mujer, la abadesa Hildegard Von Bingen más conocida como la "Santa Hildegarda".

Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) nació en Bockelheim, Alemania. Fundó el monasterio benedictino de Rupertsberg en 1147. Aunque inicialmente se dedicó a escribir poesías de tipo místico, más tarde publicó dos libros titulados Liber simplicis medicinae y Liber compositae medicina en donde realizó interesantes aportes no sólo para el conocimiento  de las hierbas medicinales, sino tambiénpara el enfoque que ha de implementarse frente al hombre enfermo, al cual hay que abordarlo desde un modo integral (cuerpo y espíritu). Así dió origen al concepto de holismo que tan en boga manifiesta la medicina naturista. 

 Los clérigos solían preparar vinos o licores con varias plantas medicinales, tarea que aún hoy continúa y que se suelen ofrecer alos visitantes de sus monasterios (por ejemplo los famosos licores monacales). Excavaciones recientes llevadas a cabo en lo que fue un hospital religioso en el siglo XI en Escocia, dan cuenta que los monjes utilizaban hierbas exóticas com la adormidera y la marihuana com analgésicos y anestésicos. 
 Es en la edad media donde comienza a titularse y oficializarsela enseñanza de la medicina, cuyas primeras reglamentacionescorresponden a ordenanzas que el rey Federico II promulgó entre 1212 y 1250 para el reino de Sicilia. No es de extrañar entonces que fuera Italia, residencia de los Papas, la que mayor cantidad de sedes con autonomía docente médica presentaba entonces. Se destacaban las de Bolonia, Reggio-Emilia, Vicenza, Arezzo, Padua y Salerno. Quizás esta última puede considerarse como la más importante ya que permitió el ingreso a estudiantes de todas la creencias (cristianos, musulmanes y judíos) y además permitió ejercer la práctica a las mujeres. 
 En Inglaterra, durante el reinado de Enrique VIII, el recientemente formado Colegio de Médicos decretó que todo aquel que tuviera conocimiento de las propiedades curativas de las plantas medicinales, podría utilizar ese conocimiento en bien de la comunidad luego de solicitar el correspondiente permiso ante ese colegio. De esta manera surgieron los primeros Herbolarios a quienes años más tarde se les "recortó" el permiso el permiso de recetar, limitándolos a la tarea exclusiva de vender plantas medicinales, dando así comienzo a las primeras farmacias. 
 Dentro de la estructura feudal de la sociedad, la atención médica dependía del estrato social del paciente. Los ricos y nobles eran atendidos por médicos de la corte, los ciudadanos medios eran atendidos a domicilio (y así surgió el inicio del médico de cabecera o familiar) y los pobres, esclavos y siervos eran recogidos (más que asisitidos) en hospitales públicos. 

15 oct 2013

Evolución histórica de la fitomedicina - Parte V

LA FITOTERAPIA EN LOS PUEBLOS ÁRABES



 Con la caída del Imperio Romano en el siglo V, el centro de la cultura (y por ende de la Medicina) se trasladó a Constantinopla y Persia en donde se cultivaron las ideas de Galeno e Hipócrates junto a las tradiciones egipcias.  Simultáneamente la tradición judaica otorgó gran importancia a la higiene como elemento preventivo de enfermedades, sobre todo infecciosas. Los hebreos, por ejemplo, utilizaban ritualmente la mirra y el incienso.  
 Al ser expulsado de Constantinopla por provocar un sismo religioso, Nestortius en el siglo V recorrió junto a sus fieles Persia, Siria y otras regiones vecinas, creando el llamado Krabadin, quizás el primer texto que puede clasificarse como farmacopea oficial, y que rigió durante siglos con varias ediciones. Muchas civilizaciones lo habían adoptado hasta el siglo XII, época en que aparecen los Antidotarios, los cuales fueron posteriormente dando origen a las primeras leyes sobre uso de drogas.
  Tanto árabes como persas agregaron como fruto de su experiencia, las propiedades terapéuticas del alcánfor, el almizcle, bórax y nuez vómica entre otras. Fueron los árabes quienes introdujeron en Europa las bases de procesos químicos extractivos tales como la destilación y sublimación. Asimismo, fueron los iniciadores de los cultivos de azafrán, caña de azúcar, arroz, algodón y algarroba. 
 La obra más importante de la época la constituye el Kitab al-Qanun o Canon de la Medicina, escrita en el siglo XI por Ibn Sina, más conocido por Avicena (980 - 1037). Esta obra estaba centrada firmemente en el conocimiento griego y dio origen al denominado método  o sistema Unani (palabra árabe que significa "de los griegos"). Fue traducida al latín en el siglo XII y de esta manera llega a Occidente para convertirse en el libro de texto básico para todas las escuelas médicas.
 También merece destacarse la obra de Ibn Baithar conocida como Kitabal Dschamial Kabu o Gran Compilación de Medicamentos y Alimentos, en donde se hace referencia de más de 1400 drogas (200 de ellas inéditas). También se puede mencionar a Ibn Córdoba, un intrépidonavegante árabe, quien un siglo antes que Avicena, había llevado la raíz de ginseng desde China a Europa. 
 Algo más tardío fue el florecimiento de la medicina en al-Andaluz  (España Islámica) que contribuyó a través de las figuras de Avenzoar (1113-1162), Averroes (1126-1198) y Albucasis a pormenorizar la sintomatología de las enfermedades del corazón y los oídos; la descripción del parásito de la sarna y las primeras descripciones de plantas regionales. La influencia islámica en el Mediterráneo llevó a crear importantes escuelas, entre las que destaca, la escuela de medicina de Córdoba (España).